sábado, 23 de agosto de 2008

posmoclick #uNo

_¿Còmo andás Javier?
_Acá me ves, cosiendo una media y escuchando White Zombie

viernes, 8 de agosto de 2008

ImageN (el espejo)

En este momento me estoy sentando a ver cómo nos alejamos, porque yo también me estoy moviendo. Cada vez que me doy vuelta y veo que das otro paso, siento la necesidad de dar uno yo también, sin saber bien hacia qué lado.



Caminaba por la vía un día cualquiera a la tarde. Como no tenia nada para hacer se había cebado unos mates en la latita mientras escuchaba un partido de fútbol por la radio. Miró por la ventana y el sol ya estaba acercándose a la copa de los árboles, la hora en la cual se reflejaban las ventanillas de los autos que pasaban por la ruta. Lejos, pero se veían los destellos, uno tras otro en la dirección opuesta a la que iban a la mañana. Volvían más lento, quizás agotados.
La inmovilidad del rancho le empezó a parecer angustiante. El aire estaba pesado y el sillón del ford viejo, incómodo. Pensó que ya tenía los elásticos vencidos y se puso de pie en dirección a la puerta.
Emp junto a los rieles, en eezó a caminar por la vía con las manos en los bolsillos, buscando una señal de cualquier cosa que cambiara esos días largos mateando en la sombra de la casilla. Buscó por todos lados: en la basura que se amontonabal chirrido de los pájaros, en el sonido de las hojas agitadas por el viento.
No pasaba nada, hasta que dejó de caminar. Tardó un tiempo en dar la vuelta, estuvo impávido mirando cómo se juntaban las vías a lo lejos. Giró el cuerpo despacio, sabiendo que había estando andando un buen rato y que faltaba para llegar a casa.
No tenía que haber nada, pero si había. Levantó los ojos para mirarse a él mismo, sucio con la ropa deshilachada, en un espejo perfectamente apoyado sobre las vías. No tenía ningún soporte que lo sostuviera, ni mago que le augurara la mayor belleza, ni mundo al cual viajar. No tenía nada, era un espejo sin marco parado arriba de las vías.
Se vio distinto, la imagen reflejada era lo mejor de él. Era su cuerpo vivo de moverse, era su sonrisa despreocupada a las ocho de la mañana, eran ojos que brillaban.
Pero eso ya no estaba más, él conocía su cara, su sonrisa, la flaccidez de los músculos. Miraba todo eso todas las tardes en el espejo redondo con marco de plástico colgado junto a la palangana.
Estiró la mano buscando el frío rígido del vidrio, pero cuando acercó los dedos la imagen que se reflejaba empezó a correr hacia el fondo del espejo, la misma dirección que traía él volviendo a su casa. Quiso perseguirlo sin darse cuenta de que para alcanzarlo tenía que correr precisamente en el sentido contrario.