Era una noche tranquila, no pasaban casi autos por la calle. Una moto rompió el silencio, el ruido entrecortado del escape que se hacía más fuerte y más agudo. “Frenaron cerca”, pensó. Dos voces muy nasales le confirmaron su supocisión. Parecían discutir sobre algo importante, o por lo menos digno de ser discutido a los gritos. En ese momento se los imaginó; la Honda bis, la gorra, las lengüetas de las zapatillas por afuera del pantalón.
La bala rompió un vidrio, apenas miró para atrás. El líquido rojo chorreó por el borde de la mesa.
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