miércoles, 22 de noviembre de 2006

Una nota censurada

Llego al cíber, me apoyo contra el mostrador, abro un Clarín (el diario ése del muñequito rojo con la trompeta) del día anterior y sin querer caigo en la sección deportes-mejor-dicho-fútbol. Lo de “sin querer” es importante porque resulta bastante improbable que yo lea una nota de fútbol. Pero esta vez fue así y la leí.
Hablaba de la forma en que (nos) hablan los periodistas cuando quieren algo, cuando quieren convencer al gran público de algo que les importa o por lo que les pagan, u obligan o lo que sea. Y como no apuestan a ningún tipo de argumento, a ninguna cosa que racionalmente convenza a uno de que lo que dice el periodista está bien y que es así y no de otra manera (claro, el loco este tiene razón), intentan llegarnos desesperadamente al corazón.
Así fue como en la sección deportes-mejor-dicho-fútbol del diario con más estilo norteamericano del país, algún periodista explotado trató de explicar, a través de historias de vida, todo lo malo que es que la hinchada visitante no pueda ir al partido. Aún peor, que la hinchada de Boca Boca no pueda entrar en la cancha del Lobo Jujeño (creo que cualquiera que no es socio puede hacerlo). Se centraba en un Jaimito en silla de ruedas sufriendo por no poder ver a su equipo, un dirigente de Gimnasia lloriqueando la recaudación y algunas otras redundancias intrascendentes.
A mí el fútbol me chupa un huevo, el hecho en sí me chupa un huevo. Miro el mundial, alguna vez he seguido una campaña. Pero me resulta un espectáculo deportivo (no confundir con deporte) en decadencia, otro negocio que no consumo.
Lo indignante es el recurso, el pibe postrado que quiere ver a su equipo super recaudador. Habría que buscar otras historias de vida que al menos resulten más interesantes, y la cuestión es que las hay.
Le pedí al empleado del cíber que me abra una sesión en una compu, entré en la cuenta de correo y empecé a tipear como el abuelo Simpson enojado con la máquina de escribir. La respuesta me sorprendió, nunca creí que la dirección_de_correo@clarín sirviera para algo más que las burlas de la revista Barcelona.
Me mandó la nota completa, contándome que por razones de espacio (según lo que le dijo su editor de sección) la habían recortado. Tambíen me dijo que pensaba lo mismo que yo, que todo era una cagada y que innovar era un concepto olvidado en las empresas de comunicación masiva. Transcribo la nota, para que vean que los de los medios grandes son todos putos.

“Margaret es un travesti que trabajaba en la zona roja de San Salvador de Jujuy y que ahora se encuentra desempleado debido a un cáncer de ano provocado después de años de introducirse elementos de todo tipo. En este domingo caluroso de la capital jujeña, no pudo cumplir su sueño, que era el de ver a Boca en la popular, aspirar cocaína con Rafael Di Zeo y quizás realizarle una fellatio después de un gol del club de sus amores. La nueva disposición de la AFA de suprimir las hinchadas visitantes fue lo que provocó la decepción de Margaret, uno de los millones de simpatizantes del equipo azul y oro.
Después de un viaje de una hora en colectivo, sufriendo entre las gallinas que los campesinos llevan para vender en los puestos del lugar, se acercó, impulsado por la pasión, al hotel en el que concentraba el equipo visitante. Margaret tuvo su revancha. Logró lo que pocos travestis como él han logrado, viajar con su equipo en el colectivo hasta una cancha a la que no podía acceder. Y lo hizo haciendo lo que mejor sabe hacer: lamiendo los penes de todo el plantel, del equipo técnico, del chofer y de este cronista.
Adentro de la cancha no todo es alegría. Los siete mil socios que sí pudieron ver el partido se encuentran desorientados, mirando los tablones vacíos, donde debería estar inundado de banderas y alegría. Donde debería haber alguien a quién insultar.
Segismundo López tiene ochenta años, pero aparenta apentas setenta y cinco. Es socio del club desde hace años y también se siente afectado por la nueva disposición. Lleva una boina escocesa y levanta el dedo índice al contar que ‘lo que pasa es que con todo esto de la disposición es que los delincuentes ahora andan en la calle el domingo. Antes estaban todos en la cancha, gritando y chupando vino. Ahora están meando en la calle y tocándole el culo a nuestras nietas.’ Es el final de una jornada triste en Jujuy. Una vez terminado el partido, los hinchas de Boca que se agruparon afuera del estadio para ser escuchados se dispersan en silencio, con sus banderas desplegadas y con un sabor amargo, como el de las hojas de coca, rondando en el paladar.”

2 comentarios:

Anónimo dijo...

(no tiene una trompeta; tiene un clarín, o clarinete)

dante dijo...

Gracias por la aclaración, es un clarín (el clarinete es más bien largo), pero me resultaba redundante decir que el clarín tiene un muñequito rojo con un clarín en la mano. =)